domingo, 15 de marzo de 2015

Fabulosas narraciones por historias. Antonio Orejudo.

Fabulosas narraciones por historias. Antonio Orejudo.


Tusquets, 2013 (Publicada por primera vez en 1996).


Valoración: Recomendable.


Tenía ganas de volver a reencontrarme con Antonio Orejudo después de que hace unos meses leyera Reconstrucción, una obra que me pareció magnífica y muy bien narrada. Fabulosas narraciones por historias, su primera novela, no tiene, sin embargo, muchas semejanzas con aquella. Ésta es más experimental, mucho más arriesgada, ya que la narración en tercera persona se mezcla con falsos fragmentos de libros y diarios, anuncios de la época, personajes reales e inventados, cartas, textos de revistas pornográficas… en una estructura unida con la argamasa del humor más grueso e irreverente, que además admite varios niveles de lectura.

El argumento principal son las andanzas de tres amigos que se conocen en la Residencia de Estudiantes a principios de los años 20, una época de efervescencia cultural de la que el escritor madrileño se cachondea sin complejos. Aquí no hay compasión para nadie, por sus páginas desfilan personajes como García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, Azorín y otras vacas sagradas de la literatura española que son bajados de su pedestal a golpes y gorrazos, literalmente. La mofa, la burla y el escarnio al que Orejudo somete no sólo a sus personajes sino también al lector, convierten Fabulosas narraciones por historias en un juego de espejos demencial.

“Nos pasamos toda la vida tomando las fabulosas narraciones por historias y, cuando por fin conseguimos entrever la historia verdadera, ésta nos suena tan fantasiosa que no nos la creemos” afirma Orejudo en la novela. Y ésta es una de las claves del libro: la deconstrucción de la Historia en múltiples prismas que no sólo tienen que ver con el recuerdo subjetivo o con la narración oficialmente aceptada. Y la literatura como tema, los guiños más o menos explícitos son constantes, desde el propio argumento, donde se plantea el surgimiento de la Generación del 27 como un plan maquiavélico urdido por turbios personajes con intereses inconfesables, hasta las referencias a otros libros míticos: “María Catarata le comunicó su idea de cambiarle el nombre. Nunca más le volvería a llamar por el prosaico, burgués y grisáceo nombre de Santos, sino por otro más mágico, poético y macanudo; le llamaría Mogamour. Por su parte, Santos tenía que llamarla a ella Mágica”.


Entonces, ¿me ha gustado Fabulosas narraciones por historias?. Si y no. Reconozco su valor, el coraje de Antonio Orejudo al plantear una novela fragmentaria e iconoclasta,  lo bien escrita que está y, sin embargo, me ha aburrido. El humor de grueso calibre que atraviesa toda la novela te la hace más digerible, y a ratos no puedes más que descojonarte y aplaudir su blasfemia, pero… se me ha hecho larga. Esto no quiere decir que no lo recomiende, seguro que muchos lectores le sacarán más provecho que yo, que últimamente he ido un poco falto de sentido del humor.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Galveston. Nic Pizzolatto.

Galveston. Nic Pizzolatto.


Salamandra, 2014.


Idioma original: Inglés.


Traducción: Mauricio Bach Juncadella.


Valoración: Muy  Recomendable.



Galveston es la primera novela de Nic Pizzolatto, reputado guionista de la serie True Detective, de la que todo el mundo habla bien y que yo por cierto no he visto, todavía. No me extenderé en explicar el argumento de este libro para no destripárselo a un posible lector, así que dejo sólo cuatro pinceladas. La historia transcurre en dos épocas diferentes, entre mediados de los años 80 y la llegada del huracán Ike a las costas de Texas, en septiembre de 2008. El protagonista y narrador es Roy Cody, un tipo duro, peligroso, desarraigado, que viste como un cowboy y que siempre se ha dedicado a profesiones fuera de la ley. Pero Cody, o Big Country, como le llaman con sarcasmo algunos de sus compinches, no está exento de una mirada profunda sobre todo aquello que le rodea y todo aquello que hace. Podríamos decir que no es un patán, sino un tipo inteligente y lúcido, aunque intente ahogarse en alcohol y se dedique a romper dedos por encargo. Pero todo el mundo puede tener un mal día, y el de Cody empieza cuando el médico le dice que tiene un cáncer en los pulmones y acaba cuando Stan Ptitko, un mafioso de Nueva Orleans para el que trabaja, decide hacerle una encerrona para quitárselo de en medio. Entonces Cody se verá obligado a iniciar una huida hacia un horizonte desconocido, pero no irá solo, le acompañarán Rocky, una joven y atractiva prostituta con un pasado aún más negro que el suyo, y Tiffany, una niña de tres años que quizás le brindará la ocasión de encontrar sentido a su existencia. Los acontecimientos que se desencadenarán con esta huída perseguirán a Cody durante veinte años, pues el pasado siempre vuelve o, como diría Cercas, el pasado no pasa nunca.

Galveston es una novela que, aunque afincada en el género negro, tiene mucho de novela de carretera, o hasta de novela de personajes. Durante la mayor parte de la historia en realidad no pasa nada, como en la vida real los hechos que dan un vuelco a la existencia vienen sin avisar y atropelladamente, aunque sus repercusiones se dilaten en el tiempo. Lo mejor de Galveston es su recreación de esos parajes entre sórdidos y desasosegantes de la costa sur de Estados Unidos: playas de arena sucia, moteles de carretera, bares oscuros de vaqueros, gasolineras, refinerías… y esa prosa de Pizzolatto que se recrea en la luz y los olores, dotando a la narración de un peso casi físico, táctil. Galveston es un relato crepuscular cuyos personajes son seres sin esperanza, perdedores de un mundo hostil, sucio y violento.


A pesar de que la he valorado como muy recomendable, porque he disfrutado mucho con su lectura y me encanta la forma de narrar de Pizzolatto, me ha parecido que había partes un poco descompensadas y otras que chirriaban: como solucionar en un par de párrafos una situación clave para entender la historia, o algunos sucesos resueltos de forma poco convincente. Así que la valoro como una primera novela, sabiendo que Pizzolatto tiene madera para hacer algo todavía mejor y que aquí están las bases que le pueden permitir hacerlo. De momento me quedo con Galveston y su triste y perturbadora historia de una huída. 

sábado, 14 de febrero de 2015

Hanns y Rudolf. Thomas Harding

Hanns y Rudolf. El judío alemán y la caza del Kommandant de Auschwitz. Thomas Harding.

Galaxia Gutemberg, 2014.

Idioma original: ingles.

Traducción: Alejandro Pradera.

Valoración: Muy recomendable.


Cuando en el año 2006 el periodista y escritor Thomas Harding asistió al funeral de su tío abuelo Hanns Alexander, del que sólo conocía su faceta de bromista irredento, descubrió, no sin sorpresa, que su tío Hanns había sido el hombre que detuvo al Kommandant de Auschwitz, Rudolf Hoss, al finalizar la guerra. Receloso de esta información, pues en la familia todo el mundo conocía las tendencias fabuladoras del tío Hanns, Harding dedicó los años siguientes a indagar en esta historia. El resultado final es este libro, Hanns y Rudolf, dos biografías en paralelo donde se mezclan los perfiles públicos y privados de dos hombres cuyas vidas se encontraron una noche fría de marzo de 1946, en una granja cerca de la frontera danesa, cuando Hanns introdujo el cañón de su pistola en la boca de Rudolf y le obligó a confesar su verdadera identidad.

Hanns Alexander había nacido en Berlín en 1917, en el seno de una adinerada familia judía. Su padre, un reputado médico veterano de la Primera Guerra Mundial, se codeaba con lo más granado de la sociedad alemana de la época. Cuando Hitler asumió el poder y las leyes antijudías se hicieron más duras, la familia fue emigrando poco a poco a Londres, donde les alcanzó el inicio de la guerra con su antiguo país.  Hanns lo tuvo claro desde el principio y se alistó para combatir a los nazis, a pesar de que durante todo su servicio en el ejército británico, más de seis años, lo hizo como apátrida, ya que Alemania le había desposeído de la nacionalidad y su país de adopción no se la concedería hasta 1946. Cuando acabó el conflicto y los Aliados iniciaron tímidamente sus investigaciones sobre crímenes de guerra, Hanns fue requerido por los británicos primero como traductor y más tarde como investigador con plenos poderes para la persecución y detención de nazis huidos. Las dos piezas más codiciadas a las que el tío Hanns dio caza fueron Gustav Simon, jefe de la zona de Luxemburgo y uno de los cabecillas del Tercer Reich, famoso por su crueldad, que posteriormente se suicidaría en prisión; y Rudolf Hoss.

Hoss había nacido a principios de siglo en una familia disfuncional de la zona rural de la Selva Negra. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, y siendo aún un niño, se alistó en el ejército. Cuando se firmó el armisticio Rudolf Hoss tenía dieciséis años y era sargento y jefe de un pelotón de reconocimiento en la zona de Damasco, y había sido herido varias veces. A su regreso a Alemania la biografía de Hoss se asemeja a la de otros reconocidos nazis: se incorpora a las fuerzas de choque de los Freikorps, se afilia al Partido Nacionalsocialista, y pasa una temporada entre rejas, en su caso por el asesinato de un camarada al que acusaban de soplón. Hoss siempre fue un amante del campo y los animales, así que a su salida de prisión se incorpora a una organización nacionalista de carácter prorural y trabaja coordinando diferentes granjas que pertenecían a la asociación. Son los mejores años de su vida, es aquí donde conoce a la que se convertirá en su mujer y funda una familia. Sin embargo, esta época dulce no durará mucho, cuando sus antiguos correligionarios asumen el poder pronto le animarán a hacer carrera en una de las profesiones que tendría más futuro en los siguientes años: los campos de concentración. Hoss pidió su ingreso en las SS y se fogueó primero en el campo de Baden, después Dachau, después una empresa más arriesgada: crear y dirigir Auschwitz. Mientras Hoss planificaba la mejor manera de llevar a cabo los planes de exterminio que le había encomendado Himmler, el Kommandant y su familia vivían en un chalet adosado al campo, donde disfrutaban de todos los lujos. Ajenos a la realidad de lo que pasaba a pocos metros de su hogar, los hijos de Rudolf jugaban en el jardín o navegaban por el río o salían a montar a caballo junto a su padre. Sólo la derrota truncó esta aparente idílica vida, y Hoss y los suyos se vieron obligados a huir con los ejércitos aliados pisándoles los talones. Nueve meses después, el tío Hanns ya había olido de cerca a su presa y no pensaba soltarla, después de amenazar a la mujer de Rudolf con deportar a su hijo mayor a Siberia ésta acabó delatándole. El testimonio de Hoss fue clave en los juicios de Nuremberg, desde donde fue trasladado a Polonia para acabar sus días colgando de una soga junto al chalet de Auschwitz.


Harding intenta alejarse en este libro de cualquier muestra de maniqueísmo, así que la historia se construye con la prosa fría de los datos y los hechos. Sólo en el último capítulo se levanta un poco este telón de hielo, cuando Harding vista junto con la nuera y el nieto de Hoss el campo de Auschwitz. Porque ambos clanes mantuvieron un silencio incorruptible sobre estos sucesos, nadie quería remover un pasado tan doloroso. En el caso de su tío porque éste no se enorgullecía de algunas cosas, ni de su odio ni de la detención de Hoss, que no fue precisamente un ejemplo de derechos humanos ni de trato a prisioneros. Menos fácil debió ser para los Hoss. “Si supiera donde está mi abuelo” afirma en este último capítulo su nieto “iría a orinar sobre su tumba”.

miércoles, 28 de enero de 2015

El buda de los suburbios. Hanif Kureishi,

 El buda de los suburbios. Hanif Kureishi.

 Anagrama, 1990.

Idioma original: inglés.

Traducción: Mónica Martín Berdagué.

Valoración. Recomedable.


Segunda novela que me leo, y seguida, del escritor británico de origen pakistaní Hanif Kureishi. El buda de los suburbios  es una de sus novelas más conocidas gracias  a que fue adaptada al cine con cierto éxito. “Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi”, así comienza la historia de Karim, un inmigrante de segunda generación, de padre indio y madre inglesa, que vive en los suburbios de Londres y que con diecisiete años va a asistir perplejo al desmoronamiento de la vida que había conocido hasta entonces. El libro es una historia de maduración y aprendizaje personal que tiene como decorado la Inglaterra de la primera mitad de los años 70, y este contexto va a influir decisivamente en el devenir de los acontecimientos.

En un país que pasaba rápido del rock sinfónico a los Sex Pistols, y de los pantalones acampanados y las camisas de flores a los imperdibles, Karim cambia el hastío de los suburbios por el Londres más efervescente de la mano de su progenitor, el denominado buda del título, un indio más bien anodino que un día descubre asombrado que la clase media y adinerada se muere por un poco de espiritualidad new age. Y no sólo por eso. Inglaterra vive la resaca posthippie y las normas sociales estan cambiando, sobretodo entre la gente que puede permitírselo. El color negro comienza a predominar en las calles, las huelgas y los disturbios raciales tensionan al gobierno conservador, las drogas, la música, el sexo, las ideas políticas radicales, las comunas, el arte, los cines porno, todo era nuevo y arrollador, las modas cambiaban a la velocidad del rayo.

Como en La última palabra también en esta novela los personajes secundarios cobran una importancia fundamental en la trama. Destaca el padre del protagonista, también Jamila, amiga de la infancia a la que su padre, Anwar, obliga a casarse por la fuerza con el deformado y especial Changez; o Gin & Tonic, como llama Karim a sus tíos maternos; o Terry el trostkista; en fin, una variopinta galería de personajes que podrían hacerse con el control de la historia en cuanto les dejaran, porque a veces, si tardaban unas páginas en aparecer, yo ya me estaba preguntando qué estarían haciendo.


El buda de los suburbios es un libro irónico, mordaz, muy divertido, que recrea una época vista desde un personaje fronterizo, de ahí la declaración que abre la novela.  Una bildungsroman sin ningún tipo de efecto moralizante, un tránsito a la edad adulta en una época convulsa desde una perspectiva multicultural y desacomplejada. 

domingo, 18 de enero de 2015

La última palabra. Hanif Kureishi.

La última palabra. Hanif Kureishi. Anagrama, 2014.
Idioma original: Inglés.
Traducción: Mauricio Bach.
Valoración: Recomendable.


La última palabra es la nueva novela del escritor británico de origen pakistaní Hanif Kureishi (Londres, 1954), cuyo nombre me sonaba menos que dos de sus obras más reconocidas, el guión de Mi hermosa lavandería, y la novela El Buda de los suburbios. Primera novela que leo de Kureishi, pues. En ella se nos cuenta la historia de un enfrentamiento entre dos escritores, por un lado Mamoon Azam, septuagenario escritor de prestigio, nacido en India pero completamente asimilado a la cultura británica y bastante conservador políticamente; y por otro el joven Harry Johnson, autor de un libro sobre Nehru y que ahora ha recibido de su peculiar editor la tarea de escribir la biografía del quisquilloso Azam.

En este negocio todo el mundo gana, el libro ha de ser más o menos escandaloso y ha de permitir a Harry dar el gran salto hacia la fama,  y a Mamoon revitalizar su obra y trascender. En ambos casos el pago de facturas acumuladas también cuenta como acicate para acometer la tarea. Porque ésta no será sencilla. Para Harry supondrá husmear en el pasado del viejo, conocer a sus amantes, leer el diario de su ex mujer muerta e intimar y vivir durante un tiempo en su casa de la campiña inglesa. Allí la inestable nueva mujer de Mamoon, Liana, una italiana veinte años más joven que él y Julia, la chica del servicio, aportarán también su granito de arena a la experiencia de Harry. Otro personaje importante en la historia es la novia de Harry, Alice, que pasará temporadas en la casa y establecerá una extraña relación con Mamoon.

Con estas premisas Hanif Kureishi teje una historia sutil de traiciones, deseos y culpas, donde al principio la palabra del título parece que tiene que ver con la literatura, con esas palabras que hacen de puente con la realidad: “Las palabras inadecuadas podían envenenarte y arruinarte la vida, había comentado Mamoon en una ocasión, y las palabras adecuadas eran capaces de reformular la realidad”. Y que, sin embargo, hacia el final, se descubre que el título hace referencia al resultado del enfrentamiento entre los dos egos que describe la novela, porque ¿permitirá Mamoon que Harry se quede con la última palabra?.

En resumen, una buena novela, a ratos divertida, irónica y sensual. Por ponerle un pero la voz narrativa, distante y fría, no permite que conozcamos las interioridades de los personajes, que parecen deambular sin remordimientos entre relaciones poco convencionales. Pero esto no resta para disfrutar de su lectura.



viernes, 16 de enero de 2015

Soy yo, Édichka. Eduard Limónov.

Soy yo, Édichka. Eduard Limónov.

Marbot Ediciones, 2014.

Idioma original: ruso (publicado por primera vez en francés en 1979).

 Traducción: Ana Guelbenzu. 

Valoración: Recomendable.




Antes de que Emmanuel Carrère publicara en 2011 la biografía novelada de Eduard Limónov reconozco que no sabía nada del personaje. Eclipsado al frente de la coalición opositora a Putin por el ex ajedrecista Gary Kaspárov, su nombre me pasó desapercibido incluso cuando fuerzas especiales del ejército ruso irrumpieron en la cabaña donde se alojaba junto con algunos miembros de su partido y se lo llevaron detenido. Pasó un par de años en la cárcel mientras la organización que dirigía, el Partido Nacional Bolchevique, era ilegalizado y perseguido. La fama que Eduard Limónov ansió a lo largo de toda su vida, como poeta, escritor o político, le llegó al fin más por meritos de otros, en este caso Carrère, que por los suyos propios; pero gracias a esto, coincidiendo con el lanzamiento de Limónov, se han recuperado en castellano algunas de sus primeras narraciones, como Historia de un servidor y Historia de un granuja en ajadas ediciones de los años 80 rescatadas de algún polvoriento almacén, y ahora una nueva edición de la que fue la primera obra del escritor de Jarkov, Soy yo, Édichka, también conocida con el título ambiguo y poco edificante de El poeta ruso prefiere a los negrazos. 

 En esta suerte de autobiografía más o menos ficcionada, Limónov narra sus desventuras de inmigrante soviético en la Nueva York de la segunda mitad de los 70, una ciudad peligrosa, sucia y deteriorada con altos índices de criminalidad (en 1975 el ayuntamiento se había declarado en bancarrota). Esta ciudad en descomposición es el marco donde el poeta ruso intenta superar la ruptura de su matrimonio con la bella y caprichosa Elena, uno de sus grandes amores. Limónov sobrevive alojado en el infecto Hotel Winslow entre otros de su misma ralea, mientras cobra el subsidio social y hace algunos trabajos poco gratificantes. Entre tanto sueña con ser reconocido, pero una y otra vez su afán por destacar choca con la implacable realidad. En Nueva York Limónov ya no se viste con los oropeles del underground moscovita, aquí no es más que otro inmigrante más, un desheredado como los miles que inundan las calles de la ciudad. Un paria en busca de amor y fama. Y además, siempre, la sombra perturbadora de Elena.

Entre tanto escribe, y aunque su estilo no es muy depurado, no puede dejar de hacerlo. Su nihilismo rabioso, su mirada crítica y su ego infantil y chulesco convierten Soy yo, Édichka en un canto vitalista a la rebeldía, en un grito de batalla para celebrar la existencia incluso entre la basura. "De Kierkegaard", escribe, "aprendí que solo una persona desesperada aprecia de verdad la vida". Y además el libro está lleno de sexo, sexo como búsqueda del amor no correspondido, sexo en todas sus variantes. En resumen, un libro directo, hosco, excesivo, pero también honrado. Se le llega a tomar cariño al cabrón de Édichka.