miércoles, 28 de enero de 2015

El buda de los suburbios. Hanif Kureishi,

 El buda de los suburbios. Hanif Kureishi.

 Anagrama, 1990.

Idioma original: inglés.

Traducción: Mónica Martín Berdagué.

Valoración. Recomedable.


Segunda novela que me leo, y seguida, del escritor británico de origen pakistaní Hanif Kureishi. El buda de los suburbios  es una de sus novelas más conocidas gracias  a que fue adaptada al cine con cierto éxito. “Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi”, así comienza la historia de Karim, un inmigrante de segunda generación, de padre indio y madre inglesa, que vive en los suburbios de Londres y que con diecisiete años va a asistir perplejo al desmoronamiento de la vida que había conocido hasta entonces. El libro es una historia de maduración y aprendizaje personal que tiene como decorado la Inglaterra de la primera mitad de los años 70, y este contexto va a influir decisivamente en el devenir de los acontecimientos.

En un país que pasaba rápido del rock sinfónico a los Sex Pistols, y de los pantalones acampanados y las camisas de flores a los imperdibles, Karim cambia el hastío de los suburbios por el Londres más efervescente de la mano de su progenitor, el denominado buda del título, un indio más bien anodino que un día descubre asombrado que la clase media y adinerada se muere por un poco de espiritualidad new age. Y no sólo por eso. Inglaterra vive la resaca posthippie y las normas sociales estan cambiando, sobretodo entre la gente que puede permitírselo. El color negro comienza a predominar en las calles, las huelgas y los disturbios raciales tensionan al gobierno conservador, las drogas, la música, el sexo, las ideas políticas radicales, las comunas, el arte, los cines porno, todo era nuevo y arrollador, las modas cambiaban a la velocidad del rayo.

Como en La última palabra también en esta novela los personajes secundarios cobran una importancia fundamental en la trama. Destaca el padre del protagonista, también Jamila, amiga de la infancia a la que su padre, Anwar, obliga a casarse por la fuerza con el deformado y especial Changez; o Gin & Tonic, como llama Karim a sus tíos maternos; o Terry el trostkista; en fin, una variopinta galería de personajes que podrían hacerse con el control de la historia en cuanto les dejaran, porque a veces, si tardaban unas páginas en aparecer, yo ya me estaba preguntando qué estarían haciendo.


El buda de los suburbios es un libro irónico, mordaz, muy divertido, que recrea una época vista desde un personaje fronterizo, de ahí la declaración que abre la novela.  Una bildungsroman sin ningún tipo de efecto moralizante, un tránsito a la edad adulta en una época convulsa desde una perspectiva multicultural y desacomplejada. 

domingo, 18 de enero de 2015

La última palabra. Hanif Kureishi.

La última palabra. Hanif Kureishi. Anagrama, 2014.
Idioma original: Inglés.
Traducción: Mauricio Bach.
Valoración: Recomendable.


La última palabra es la nueva novela del escritor británico de origen pakistaní Hanif Kureishi (Londres, 1954), cuyo nombre me sonaba menos que dos de sus obras más reconocidas, el guión de Mi hermosa lavandería, y la novela El Buda de los suburbios. Primera novela que leo de Kureishi, pues. En ella se nos cuenta la historia de un enfrentamiento entre dos escritores, por un lado Mamoon Azam, septuagenario escritor de prestigio, nacido en India pero completamente asimilado a la cultura británica y bastante conservador políticamente; y por otro el joven Harry Johnson, autor de un libro sobre Nehru y que ahora ha recibido de su peculiar editor la tarea de escribir la biografía del quisquilloso Azam.

En este negocio todo el mundo gana, el libro ha de ser más o menos escandaloso y ha de permitir a Harry dar el gran salto hacia la fama,  y a Mamoon revitalizar su obra y trascender. En ambos casos el pago de facturas acumuladas también cuenta como acicate para acometer la tarea. Porque ésta no será sencilla. Para Harry supondrá husmear en el pasado del viejo, conocer a sus amantes, leer el diario de su ex mujer muerta e intimar y vivir durante un tiempo en su casa de la campiña inglesa. Allí la inestable nueva mujer de Mamoon, Liana, una italiana veinte años más joven que él y Julia, la chica del servicio, aportarán también su granito de arena a la experiencia de Harry. Otro personaje importante en la historia es la novia de Harry, Alice, que pasará temporadas en la casa y establecerá una extraña relación con Mamoon.

Con estas premisas Hanif Kureishi teje una historia sutil de traiciones, deseos y culpas, donde al principio la palabra del título parece que tiene que ver con la literatura, con esas palabras que hacen de puente con la realidad: “Las palabras inadecuadas podían envenenarte y arruinarte la vida, había comentado Mamoon en una ocasión, y las palabras adecuadas eran capaces de reformular la realidad”. Y que, sin embargo, hacia el final, se descubre que el título hace referencia al resultado del enfrentamiento entre los dos egos que describe la novela, porque ¿permitirá Mamoon que Harry se quede con la última palabra?.

En resumen, una buena novela, a ratos divertida, irónica y sensual. Por ponerle un pero la voz narrativa, distante y fría, no permite que conozcamos las interioridades de los personajes, que parecen deambular sin remordimientos entre relaciones poco convencionales. Pero esto no resta para disfrutar de su lectura.



viernes, 16 de enero de 2015

Soy yo, Édichka. Eduard Limónov.

Soy yo, Édichka. Eduard Limónov.

Marbot Ediciones, 2014.

Idioma original: ruso (publicado por primera vez en francés en 1979).

 Traducción: Ana Guelbenzu. 

Valoración: Recomendable.




Antes de que Emmanuel Carrère publicara en 2011 la biografía novelada de Eduard Limónov reconozco que no sabía nada del personaje. Eclipsado al frente de la coalición opositora a Putin por el ex ajedrecista Gary Kaspárov, su nombre me pasó desapercibido incluso cuando fuerzas especiales del ejército ruso irrumpieron en la cabaña donde se alojaba junto con algunos miembros de su partido y se lo llevaron detenido. Pasó un par de años en la cárcel mientras la organización que dirigía, el Partido Nacional Bolchevique, era ilegalizado y perseguido. La fama que Eduard Limónov ansió a lo largo de toda su vida, como poeta, escritor o político, le llegó al fin más por meritos de otros, en este caso Carrère, que por los suyos propios; pero gracias a esto, coincidiendo con el lanzamiento de Limónov, se han recuperado en castellano algunas de sus primeras narraciones, como Historia de un servidor y Historia de un granuja en ajadas ediciones de los años 80 rescatadas de algún polvoriento almacén, y ahora una nueva edición de la que fue la primera obra del escritor de Jarkov, Soy yo, Édichka, también conocida con el título ambiguo y poco edificante de El poeta ruso prefiere a los negrazos. 

 En esta suerte de autobiografía más o menos ficcionada, Limónov narra sus desventuras de inmigrante soviético en la Nueva York de la segunda mitad de los 70, una ciudad peligrosa, sucia y deteriorada con altos índices de criminalidad (en 1975 el ayuntamiento se había declarado en bancarrota). Esta ciudad en descomposición es el marco donde el poeta ruso intenta superar la ruptura de su matrimonio con la bella y caprichosa Elena, uno de sus grandes amores. Limónov sobrevive alojado en el infecto Hotel Winslow entre otros de su misma ralea, mientras cobra el subsidio social y hace algunos trabajos poco gratificantes. Entre tanto sueña con ser reconocido, pero una y otra vez su afán por destacar choca con la implacable realidad. En Nueva York Limónov ya no se viste con los oropeles del underground moscovita, aquí no es más que otro inmigrante más, un desheredado como los miles que inundan las calles de la ciudad. Un paria en busca de amor y fama. Y además, siempre, la sombra perturbadora de Elena.

Entre tanto escribe, y aunque su estilo no es muy depurado, no puede dejar de hacerlo. Su nihilismo rabioso, su mirada crítica y su ego infantil y chulesco convierten Soy yo, Édichka en un canto vitalista a la rebeldía, en un grito de batalla para celebrar la existencia incluso entre la basura. "De Kierkegaard", escribe, "aprendí que solo una persona desesperada aprecia de verdad la vida". Y además el libro está lleno de sexo, sexo como búsqueda del amor no correspondido, sexo en todas sus variantes. En resumen, un libro directo, hosco, excesivo, pero también honrado. Se le llega a tomar cariño al cabrón de Édichka.